domingo, 21 de junio de 2015

No soy perfecta

No soy perfecta, nunca lo he sido, ni lo seré.

Desde niña me educaron con esa idea de la perfección, de que había que lograrlo, tenías que hacerlo todo perfecto sino eras un fracaso. Y me lo creí. No culpo a mi padre por ello, porque el creyó educarme de de la mejor manera y pensó que hacía lo correcto, porque a él también le educaron de ese modo. 

El creerlo me condicionó gran parte de mi vida. Hace un par de años me encontré con mi antigua entrenadora de Bádminton y me dijo que cuando me veía entrenar sufría por mi. Que en ningún momento pensó que yo disfrutaba practicando ese deporte, porque era tal el nivel de autoexigencia al cual me sometía, que no era agradable verme. El oír sus palabras me impactaron muchísimo y me hicieron reflexionar porque de la etapa de la que hablaba yo solo tenía 14 años y me hizo replantearme muchas cosas y hacerme muchas preguntas. 

Desde que recuerdo, siempre he sido así. Ahora me doy cuenta de por qué y para qué me comportaba así, solo era para conseguir cariño y aceptación. Cometí el error de creer que la única manera de obtenerlo era intentando hacer todo perfecto, estar siempre sonriente aunque estuviera rota por dentro, no quejarme nunca y pensar siempre en los demás, nunca en mí. También me creí que si no lo conseguía y pedía ayuda era una molestia y una fracasada. 

La autoexigencia, es un autocastigo que nos lleva a dejar de amar la vida, a no poder disfrutar de todo aquello que nos gusta y a ser infelices. Y en mi caso y en el de tantos otros a parte de todo eso nos lleva a padecer enfermedades como la bulimia o la anorexia.

He estado muchos años viviendo una mentira debido a la ausencia de cariño y mi falta de autoestima. Me he sentido tan sola durante gran parte de mi vida, que pensaba que exigiéndome tanto se fijarían en mi y conseguiría que me quisieran. Lo único que logré con eso fue enfermar, engordar y alejar a la gente de mi, porque nunca me permitía ser yo. Me negaba a mi misma. Me olvidé de quien estaba destinada a ser. 

Al final opté por pensar que no me merecía cariño alguno, y me aislé de todo y de todos fabricando mi propia coraza y rechazando cualquier atisbo de cariño o afecto. Por suerte la coraza ya desapareció. Y he empezado a encontrarme, a mostrar mi verdadero yo que durante años gritaba por salir y que ahogué bajo una montaña de miedos, inseguridades, complejos, etc.

Por suerte he aprendido, porque todo esto son lecciones de vida, que no necesito ser perfecta, ni hacerlo todo perfecto, ni tener un cuerpo danone para que me quieran. Solo tenía que dejarme ver, ser yo. Permitir, que la gente conozca como pienso, como siento, como soy...

No soy perfecta, ni pretendo serlo. Me basta con ser auténtica, con mis defectos y virtudes que es lo que nos hace únicos y especiales. 

Así que ese viejo lastre que me asfixiaba y no me permitía ser yo queda atrás. Esa información errónea queda desactivada en mi. La única meta ahora es ser cada vez mas yo, aprender de los errores, y no volver a sentir miedo, vergüenza o decepción de mi misma. 

No soy perfecta y estoy orgullosa de no serlo, porque sino que aburrida sería mi vida.

Moraleja: Siempre seremos perfectos para alguien y nadie es perfecto salvo cuando sonríe. 




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